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OTSAGABIA

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Un paseo: Parece como si el norte de Navarra estuviera hecho para viajeros sin prisa, porque todo permanece detenido y pausado. Por eso se recomienda pasear a lo largo del río, sin rumbo, para hacer hambre. Si somos más osados, pues hacia arriba nos toparemos con la singular Muskilda . Un restaurante: Zona micológica por excelencia, no deja de ofrecer fuera de temporada platos para todos los gustos. El viajero, amante de la cuchara, se decantó por Kixkia , y allí comió tantas alubias como su médico le recetó, y así le fue de bien. Una visita: La Selva de Irati es obligada, ya sea a pie, en bici o motorizado. Incluso en invierno, la experiencia vale la pena, así que a calzarse las botas. Un recuerdo: Los que no suelan ver la nieve ya tienen con qué soñar, pero también se puede soñar con una comarca en la que aún se practica el trueque de libros y de historias.

OURENSE

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Un paseo : Ciudades menudas como la termal Orense podemos recorrerlas en poco tiempo y darnos cuenta de que esto o aquello ya lo hemos visto antes, pero qué importa, de las Burgas a las callejuelas del centro, o del puente al mirador, nunca nos cansaremos de descubrir esos detalles modestos que tanto busca un viajero de verdad. Y al atardecer es aún mejor. Una visita : Destaca por su altura y su emplazamiento, pero en el interior de la catedral orensana hay un tesoro oculto que nadie debería dejar de ver y que no es otro que el pórtico policromado, llamado del Paraíso . Inigualable. Un restaurante : No es difícil en Galicia comer bien, barato y abundante, por eso la elección del sitio tendrá más que ver con la atmósfera que con la carta, y así, junto a Casa O Trebón , nos decantamos por otra taberna no menos singular, Fuentefría , con todo lo mejor de por ahí. Un recuerdo : Al regresar a casa, el viajero que deja atrás Orense se llevará en la cabeza el olor de las cosas sencillas.

ARRIBES DEL DUERO

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Un paseo : La idea del viajero era tomar asiento en un lugar y recorrer la zona, así que Aldeadávila se convirtió en el campamento desde el que dominar un área con mucha variedad y sorpresas. Lo mejor se hace a pie, aunque un vehículo nos ahorra tiempo, y al llegar la noche, a dejar los pies en remojo contemplando estas vistas. Una visita : Todo aquel que se acerque hasta esta comarca tendrá que pasar por el sitio más emblemático, la presa , un entorno industrial y natural en el que ver buitres y disfrutar de las alturas en total silencio. El barco no está nada mal si los viajeros hablan bajito. Un restaurante : Las zonas de frontera tienen la ventaja de ofrecer variedades culinarias el doble de variadas, de modo que el viajero podrá deleitarse con la chacina de un lado o el balalhau cruzando el Duero en Cêpa Torta , plácido y modesto recodo lusitano. Un recuerdo : El paisaje será lo que el viajero se lleve a casa, y las ganas de volver por un paraje que apenas imaginaba y que descoloc

LLANES

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Un paseo:  La indiana y turística ciudad costera no deja de ser un destino recomendable y más que apetecible por su arquitectura, por su inmejorable situación y por el olor de sus calles: mar, sofrito, eucaliptos. El viajero seguirá camino por donde su nariz le indique, que siempre acertará. Una visita:  Si no podemos ir a los bufones de Pría (ojo, que sin temporal también está bonito aquello), podemos exponernos al viento cantábrico sobre el espigón del puerto, con ese hormigón decorado y colorista desde donde en días claros, dicen, se puede ver el polo norte. Un restaurante:  Seamos de buen saque o de gustos más modestos, la ciudad tendrá para todos los paladares, pero si además queremos tener unas vistas sobre el puerto, entonces se recomienda una hermosa dorada en El Bálamu . Sin palabras. Un recuerdo:  Los habrá que se lleven a casa la imagen imborrable del mar embravecido y quienes se lleven una bandejita de dulzuras asturianas como las pomaradas y otros caprichos.

ZAMORA

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Un paseo: Ya sabía el viajero que la visita de Zamora , como dice el dicho, le iba a llevar más de una hora, eso sí, muy bien empleada, especialmente si sale un día luminoso. La ciudad es menuda, pero tiene mucho que ver, tanto viejo como moderno, y todo está al lado, así que un madrugón será muy provechoso, pero sin prisa, que hay tiempo. Una visita: El que no sea de románico , cosa que se entenderá como un error, aunque podrá ver otras cosas, se perderá las decenas de joyas medievales que contiene Zamora.  Un restaurante: La oferta gastronómica local es variada y dará con el gusto de quienes quieran probar un copioso arroz a la zamorana o unos sorprendentes pinchos en las callejuelas estrechas. De todo hay en la calle de los Herreros. Un recuerdo: El viajero que mire hacia arriba verá en Zamora aquello que tal vez vino a buscar, y con esos colores tan sencillos se irá de vuelta con ganas de regresar.

ALMERÍA

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Un paseo: El viajero encontrará en Almería motivos para quedarse, o al menos para querer volver, y eso que muy grande no es, pero tiene de todo para una caminata desde el centro a La Alcazaba , desde donde se domina la ciudad y se entiende su historia. Una visita: Si uno es de madrugar, se recomienda salir con la fresca y acercarse al mercado, donde se ve y se respira el tesoro de la región. Que el mar de plástico no nos confunda: las hortalizas de aquí son regalos para el paladar. Un restaurante: Pronto se comprenderá por qué todo el mundo sale a cenar en Almería, que tiene pescado delicioso y otros manjares de interior. La fórmula de la tapa de cortesía sorprende al visitante, que pronto la adopta como modelo, tanto por su calidad como por su precio, y el viajero, que probó muchas, se quedó con los caracoles de Nuestra Tierra . Un recuerdo: Una terraza, temperatura suave, té moruno, silencio frete a las murallas. Eso es Al-Ándalus.

ÚBEDA

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Un paseo: Una ciudad que posee la distinción de ser Patrimonio de la Humanidad tiene que lucir espléndida en todo momento, y Úbeda se pone guapa cada mañana, por lo que el viajero puede calzarse las botas y deambular por donde le plazca, que siempre encontrará algo para regalarse la vista. Una visita: Junto a sus joyas del Renacimiento, la ciudad puede presumir de un tesoro judeo-mudéjar incomparable, pequeñas casas tradicionales que nos hablan de un pasado rico y convulso. Un restaurante: Patearse una ciudad tan rica da hambre, pero que nadie se asuste, que hay para todos los paladares. El viajero, cliente atento, se acercó a la taberna  Misa de Doce y se dejó recomendar por un mesero local, orgulloso del "pâté" de perdiz, y no se arrepintió. Un recuerdo: Como Proust, el viajero tiene raptos de memoria involuntaria, y en Úbeda recuperó el olor y la textura de esos churros que, muchas mañanas, cuando iba a visitar a su tía Leoncia, solía mojar en una taza...