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Mostrando entradas de julio, 2018

TORDESILLAS

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UN PASEO : Las ciudades castellanas como  Tordesillas son, en verano, calurosas y desiertas, e invitan a echarse una cabezada hasta que refresque, pero el viajero no debe temer nada, ya que es mejor callejear mientras los demás sestean. La plaza, tan pintoresca, será el punto de partida, y el poderoso Duero una fresca escala en cuyas playas mojarse los pies. UN RESTAURANTE : Quien busque cordero, plato local de gran fama, lo encontrará, y del bueno, pero el viajero, de paladar imprevisible, se dejó tentar por el pez de la Meseta, el balacao, y lo probó al pil-pil... El restaurante La Lonja es desde entonces el templo bacaladero de Castilla.   UNA VISITA : Huyendo del tórrido sol y tras opíparo almuerzo, el viajero entró por casualidad en el Monasterio de Santa Clara , y lo que allí vio más parecía encantamiento que realidad, pero no, Tordesillas no dejaba de maravillar. Otra sorpresa más para la agenda. UN RECUERDO : Contagiado por esa atmósfera irreal, el viajero no pasó

SOMIEDO (Pola y sus pueblos)

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UN PASEO: Si se trata de pasear, Somiedo lo tiene todo para quien no le teme a las pendientes, ni a la niebla, ni al calor, ni a nada. Las sendas están bien señalizadas y la información sobre las rutas es precisa. El consejo que da el viajero es que se vaya pasito a pasito gozando de un paisaje único. Será como estar en las nubes, literalmente. UN RESTAURANTE: Una curiosidad de la zona es que en cualquier rincón se encontrará el viajero una buena mesa. La de Casa Cobrana reúne cantidad y calidad, por eso el viajero la recomienda, especialmente su cachopo de setas. UNA VISITA: Todo el parque natural es una visita constante, desde sus lagos hasta sus construcciones ancestrales, las brañas , que nos encontraremos por todas partes. UN RECUERDO: El viajero urbanita tuvo la sensación de que tanto esplendor campestre le hacía ver cosas que solamente son posibles en la naturaleza. El caballo de Pippi

LUARCA

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UN PASEO: Aunque escarpada, la ciudad merece el esfuerzo del desnivel, ya que desde arriba se goza de unas vistas inmejorables, pero la parte baja no es menos interesante. En suma, en Luarca el viajero gozará a cada paso del regalo que le espera. UN RESTAURANTE: El ajetreo da hambre, y la buena comida compromete al viajero, que quisiera comérselo todo, pero es imposible. Aunque el nombre del restaurante pueda confundir, el Báltico es un ejemplo de cocina asturiana, tanto de costa como de interior, y a un precio insuperable. UNA VISITA: Si el pote ha vencido nuestra arrogancia, es bueno tomárselo con deportividad y aplacar ardores acercándose al Puente del Beso , un modesto rincón para apaciguarse escuchando leyendas de corsarios. UN RECUERDO: El viajero no olvidará jamás que, pese a las condiciones variables de presión atmosférica, humedad y temperatura, Luarca es un puerto de paz.

RIBADEO

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UN PASEO: No se asuste el viajero si un día se encuentra la ciudad llena de estampas de otra época, pues la perla de la Mariña Lucense coquetea con su pasado indiano y se engalana aún más. El resto del año es una apacible localidad costera en la que gozar del vaivén del mar y de sus sorprendentes casas coloniales. UN RESTAURANTE: Fiel a la divisa de Galicia calidade , toda esta zona sabe cómo agradar a quien con buen apetito viene, pero de entre todos destaca el restaurante A Cofradía , en Rinlo, un sitio en el que se entiende por qué hay que reservar con tiempo. UNA VISITA: En coche o a pie por el camino natural  Ruta del Cantábrico , es casi obligado pasarse por un rincón inexcusable que, aunque lleno de visitantes, no pierde su encanto. La Praia das Catedráis merece tanta fama. UN RECUERDO: El viajero que, tras tanto andar, tiene un momento de reposo frente a la ría del Eo, nunca olvidará la sensación de darle un trago a su copa de vino hipnotizado por el ir y venir