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VIENA

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Un paseo : Una ciudad imperial se reconoce por su urbanismo, y Viena destaca por sus avenidas y edificios que el viajero, pese a sus preferencias más populares, reconoce. A lo largo del Danubio o por el centro, vale la pena dejarse llevar. Un restaurante : Nada más vienés que un escalope, ni más reparador para un paseante hambriento. Un modesto mantel como el de Lubella será más que digno para tal homenaje. Una visita : La ciudad tiene una extensa oferta cultural, desde lo más clásico hasta lo más vanguardista. El viajero, devoto de Beethoven, pasó por el museo Secession y quedó encantado. Un recuerdo : Viena dejará al viajero con una idea contradictoria sobre la convivencia entre los usuarios de la vía pública.

BUDAPEST

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Un paseo : Al viajero se le planteará el dilema de elegir entre Buda y Pest, pero pronto entenderá que es una polémica sin sentido. La ciudad entera tiene ese encanto de lo imperial y turístico, de lo danubiano y lo postsoviético, pero también ofrece un lado más popular y envejecido que la UNESCO ha premiado. Un restaurante : A base de caminar mucho, pronto entran ganas de comer una de esas sopas tan ricas, como la que sirven en Pipaetterem, un pintoresco mesón magiar. Una visita : Aunque lleno de visitantes, merece la pena entrar en el mercado central y descubrir qué comen los habitantes de la ciudad. A muchos les recordará cuando iban a la compra hace tiempo. Un recuerdo : Las ciudades con tranvías viejos tienen eso que las hace únicas, aunque luego sean bastante incómodos para pasajeros y otros usuarios de la vía pública. Pero así es.

BRATISLAVA

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Un paseo : Alrededor de plazas tan centroeuropeas se estructura la pequeña y coqueta ciudad, donde el viajero siempre encontrará esa pizca de autenticidad. Pequeña y elegante, Bratislava nos regala una hermosa caminata  Un restaurante : El viajero llegará a la conclusión de que la sopa es de obligado respeto, y en el mesón Bratislavská Kozlovna la ponen de guisantes y muy rica. Una visita : Hay torres y templos por toda la ciudad, y también unos callejones donde encontraremos sorpresas a todos color. Un recuerdo : Al regresar a casa, el viajero tendrá que plantearse la vuelta al trabajo, por eso tendrá siempre en mente a aquellos que destacan por su voluntad de servicio público.

KARLOVY VARY

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Un paseo : El veraneante de otros tiempos, exclusivo, construyó ciudades que hoy nos parecen casi irreales. Artistas y aristócratas tomaban las aguas en estos decadentes balnearios de los Sudetes, que no dejan de tener su misterio. Un restaurante : Fieles al habitual menú de sopa y estofado, los restaurantes locales tienen guiños a su pasado sanitario, como el Sanatorium Krivás, lustroso comedor con vistas. Una visita : La ciudad ofrece rincones para descubrir su pasado termal y para comprender la geología centroeuropea, con sus chorros de agua a más de 60ºC. Un recuerdo : El viajero echará en su maleta muchas imágenes lejanas, desde zares rusos a escritores alemanes. También recordará los vistosos deportivos y los hermosos coches de antaño. Todo parecerá estar en blanco y negro.

PRAGA

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Un paseo : La capital checa es el pastel y la guinda del turismo local, y eso mismo la acerca al abismo de la masificación. Pese a todo, qué gran placer es callejear por su histórico empedrado, toda una joya centroeuropea. Un restaurante : La sana costumbre de comer sopas de verduras ya es un buen motivo para entrar en un restaurante y dejarse llevar por el aroma a hinojo, puerro y setas. En Kolkovna Celnice fue así. Una visita : Cuando el gentío empiece a arrastrarnos, giremos por algún recodo hasta un mercadillo y pensemos en adquirir un recuerdo o una postal. Un recuerdo : Sea larga o corta la estancia, el viajero nunca olvidará los momentos de calma y regocijo ante una cerveza de aquí .

OTSAGABIA

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Un paseo: Parece como si el norte de Navarra estuviera hecho para viajeros sin prisa, porque todo permanece detenido y pausado. Por eso se recomienda pasear a lo largo del río, sin rumbo, para hacer hambre. Si somos más osados, pues hacia arriba nos toparemos con la singular Muskilda . Un restaurante: Zona micológica por excelencia, no deja de ofrecer fuera de temporada platos para todos los gustos. El viajero, amante de la cuchara, se decantó por Kixkia , y allí comió tantas alubias como su médico le recetó, y así le fue de bien. Una visita: La Selva de Irati es obligada, ya sea a pie, en bici o motorizado. Incluso en invierno, la experiencia vale la pena, así que a calzarse las botas. Un recuerdo: Los que no suelan ver la nieve ya tienen con qué soñar, pero también se puede soñar con una comarca en la que aún se practica el trueque de libros y de historias.

OURENSE

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Un paseo : Ciudades menudas como la termal Orense podemos recorrerlas en poco tiempo y darnos cuenta de que esto o aquello ya lo hemos visto antes, pero qué importa, de las Burgas a las callejuelas del centro, o del puente al mirador, nunca nos cansaremos de descubrir esos detalles modestos que tanto busca un viajero de verdad. Y al atardecer es aún mejor. Una visita : Destaca por su altura y su emplazamiento, pero en el interior de la catedral orensana hay un tesoro oculto que nadie debería dejar de ver y que no es otro que el pórtico policromado, llamado del Paraíso . Inigualable. Un restaurante : No es difícil en Galicia comer bien, barato y abundante, por eso la elección del sitio tendrá más que ver con la atmósfera que con la carta, y así, junto a Casa O Trebón , nos decantamos por otra taberna no menos singular, Fuentefría , con todo lo mejor de por ahí. Un recuerdo : Al regresar a casa, el viajero que deja atrás Orense se llevará en la cabeza el olor de las cosas sencillas.