ALCALÁ DE HENARES

Un paseo: debe saber el caminante que en esta ciudad nació el concepto de turismo slow tal y como lo queremos cultivar, de modo que si necesita más tiempo para cada cosa, no dude en tomárselo, faltaría más. Si, en cambio, decide seguir los consejos del viajero, podría ir caminando por entre los arcos de la Calle Mayor hasta encontrar un lugar donde tomar un café, leer la prensa o abanicarse viendo pasar el tiempo.
 
Un restaurante: al sentir el grito de nuestras tripas deberíamos ir eligiendo un sitio para comer. La cocina vanguardista pero sin nitrógeno se da cita en el restaurante Sexto Sentido, pero la tradición culinaria local tiene su sede en los viejos edificios rehabilitados. El viajero, que probó la Hostería del Estudiante, comprendió al fin que, comiendo de ese modo, salieran tan buenos licenciados. Son precios de Parador, pero hay menús muy correctos. Por cierto, el Parador merece un café como mínimo.
Una visita: la Casa de Cervates, complutense de pro, puede ser una alternativa aceptable si no fuera por la importancia del Paraninfo de la Universidad. El viajero se olvidará del rigor académico y entrará, en chanclas incluso, al lugar en el que se recibe el mayor galardón de las letras hispánicas.
Un recuerdo: un turista slow ha de hacer suyo el lema "no dejes más que huellas; no lleves más que fotos". Y de Alcalá nos llevaremos una imagen deliciosa para la que deberemos antes someternos a un último esfuerzo. El viajero subió a la Torre de Santa María y allí pudo ver a unos habitantes singulares de la ciudad complutense.

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