Entradas

Mostrando entradas de abril, 2022

ALMERÍA

Imagen
Un paseo: El viajero encontrará en Almería motivos para quedarse, o al menos para querer volver, y eso que muy grande no es, pero tiene de todo para una caminata desde el centro a La Alcazaba , desde donde se domina la ciudad y se entiende su historia. Una visita: Si uno es de madrugar, se recomienda salir con la fresca y acercarse al mercado, donde se ve y se respira el tesoro de la región. Que el mar de plástico no nos confunda: las hortalizas de aquí son regalos para el paladar. Un restaurante: Pronto se comprenderá por qué todo el mundo sale a cenar en Almería, que tiene pescado delicioso y otros manjares de interior. La fórmula de la tapa de cortesía sorprende al visitante, que pronto la adopta como modelo, tanto por su calidad como por su precio, y el viajero, que probó muchas, se quedó con los caracoles de Nuestra Tierra . Un recuerdo: Una terraza, temperatura suave, té moruno, silencio frete a las murallas. Eso es Al-Ándalus.

ÚBEDA

Imagen
Un paseo: Una ciudad que posee la distinción de ser Patrimonio de la Humanidad tiene que lucir espléndida en todo momento, y Úbeda se pone guapa cada mañana, por lo que el viajero puede calzarse las botas y deambular por donde le plazca, que siempre encontrará algo para regalarse la vista. Una visita: Junto a sus joyas del Renacimiento, la ciudad puede presumir de un tesoro judeo-mudéjar incomparable, pequeñas casas tradicionales que nos hablan de un pasado rico y convulso. Un restaurante: Patearse una ciudad tan rica da hambre, pero que nadie se asuste, que hay para todos los paladares. El viajero, cliente atento, se acercó a la taberna  Misa de Doce y se dejó recomendar por un mesero local, orgulloso del "pâté" de perdiz, y no se arrepintió. Un recuerdo: Como Proust, el viajero tiene raptos de memoria involuntaria, y en Úbeda recuperó el olor y la textura de esos churros que, muchas mañanas, cuando iba a visitar a su tía Leoncia, solía mojar en una taza... 

ALMAGRO

Imagen
Un paseo: La plácida ciudad manchega contiene un patrimonio que habla de un pasado glorioso, hoy venido a menos, pero con gran potencial, así que, a pie o en bicicleta, merece la pena callejear sin rumbo e ir descubriendo el encanto apacible de sus calles y plazas. Se recomienda la visita guiada . Una visita: El viajero está obligado a romper la cuarta pared del inigualable corral de comedias donde se celebra el Festival Internacional de Teatro Clásico , evento en torno al que gira buena parte de la actividad cultural de la ciudad. Esta joya es en sí misma un placer para los sentidos. Un restaurante: Y si de clásicos hablamos, nada más manchego que el pisto, ese modesto plato que, con productos de la tierra, alimenta al viajero cansado. Hasta el restaurante El Corregidor se acercó el viajero, que acertó por completo, y así lo recomienda. Un recuerdo: La Mancha es tierra de locos, de conquistadores y de sabores de ensueño, y los sueños sueños son, pero nada nos impide echarle teatro a

ROSKILDE

Imagen
Un paseo: La antigua capital de Dinamarca, Roskilde , es un conjunto monumental distinguido y con razón con la categoría de patrimonio de la humanidad, de modo que el viajero podrá deambular por sus calles, tan nórdicas ellas, con la sensación de que nada puede salir mal, ni siquiera cuando un pelotón de ciclistas toca serenamente el timbre. Todo está tan limpito que dan ganas de quedarse. Un restaurante: Es posible que el paladar meridional se atreva a presumir de la variedad de sabores, pero cuidado con los platos hanseáticos, que son todo un acierto de aromas y texturas, como así pudo comprobar el viajero en el Café Knarr , ideal cuando abre su terraza. Una visita: Conocer a los demás es clave para descubrir que algunos mitos están más en nuestra cabeza que en la del otro, y esto lo puede decir el viajero, que descubrió en el Museo Vikingo que los aguerridos guerreros daneses no llevaban cuernos. Muy recomendable. Un recuerdo: Y sin salirnos de la idea de escapar de nuestros prejui

VORDINGBORG

Imagen
Un paseo: Dicen que los vikingos, hartos de guerrear, descubrieron la calma y se adaptaron pronto a ella y a esa manera de vivir que llamamos civilización, y en Vordingborg el viajero se da cuenta de que esas plácidas avenidas no son solo el resultado de del azar sino que una mano hábil las ha construido para que todo en la ciudad resulte agradable, tanto a pie como en bicicleta. Un restaurante: En una calle peatonal del centro se encuentra la mayoría de restaurantes, muy variados y deliciosos, pero el viajero, buscando a ciegas, encontró esta construcción, el restaurante Oskar , junto a los canales del mar y cenó de maravilla en un ambiente cálido e íntimo. Una visita: Rodeada por un muro que nos recuerda a las encaladas corraletas manchegas se encuentra la iglesia Frue Vor, un edificio de estilo gótico vístula en medio de una esplanada que domina la parte alta de la ciudad. El viajero apreció la gran destreza alcanzada con el ladrillo. Un recuerdo: El viajero meridional siempre encue