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Mostrando entradas de julio, 2019

VARSOVIA

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Un paseo: La semper invicta  capital del voivodato de Mazovia es, pese a su tormentoso pasado, una ciudad inmejorable para el viajero pausado que disfruta de entornos antiguos y de modernas construcciones propias de las urbes en plena expansión. El casco viejo, en polaco Stare miasto, lleva a gala y con gran mérito su categoría de Ciudad Patrimonio de la Humanidad concedida por la UNESCO. Disfruten, que es una joya. Un restaurante: El viajero -es bien sabido- disfruta de los humildes bocados de la cocina popular, y nunca mejor que en Barbakan para gozar de una de esas maravillas de la sencillez culinaria, los pierogi , empanadillas hervidas con aroma a casa de pueblo. Extraordinarios. Una visita: Confundido a veces con la Giralda, este Palacio de la Cultura y la Ciencia (abreviado en PKiN ) fue un regalo de don Josif al gobierno polaco de los años 50. Merece la pena admirar la arquitectura soviética y, cómo no, las inmejorables vistas desde lo alto. Muy alto. Un recuerdo:

GDANSK

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Un paseo: Un paseo por las plácidas calles de la capital de Pomerania está lleno de sutiles evocaciones hanseáticas y olores de mar. Con un centro histórico envidiable, la portuaria ciudad satisface a turistas y a viajeros con edificios rotundos y sonidos bien afinados. Un restaurante: De la mar, el mero, se dijo el viajero, pero no lo encontró, aunque sí otros pececillos muy bien tratados, pero antes se regaló las papilas con esta sorpresa, la sopa Zurek , un manjar en el que se come hasta la vajilla. En Tawerna la sirven de rechupete. Indispensable. Una visita: Es cierto que hay infinidad de actividades como subidas a torres o aventura en el mercado, pero estando en la cuna de la histórica lucha sindical, lo obligado es acercarse al museo de los astilleros, Centro Europeo de Solidaridad , para empaparse de esa época que parece ya tan lejana. Un recuerdo: El clima oceánico de la región y el lento drenaje de sus lluviosas calles dejarán en el viajero el poderoso recuerdo d

CRACOVIA

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Un paseo: La burguesa capital del voivodato de Pequeña Polonia justifica de sobra que tantos visitantes transiten desde temprano hasta bien entrada la noche pos sus adoquines. Con un casco viejo recogido y espectacular, el viajero notará de inmediato ganas de perderse pos las calles menos pobladas. Un restaurante: Una ciudad tradicional propone comida tradicional, pero no nos dejemos llevar por la imagen de C.K. Dezerter , porque sabe aunar, como Cracovia, lo nuevo y lo viejo. Una visita: Si se dispone de tiempo, vale la pena acercarse hasta la mina de sal de Wieliczka o al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau , pero si estamos apurados, nadie debería dejar de pasarse por el barrio judío, Kazimierz , o adquirir el billete combinado de la Factoría Schindler junto a la fabulosa y no menos cinematográfica farmacia de Tadeusz Pankiewicz . Un recuerdo: El viajero de gustos humildes sabrá valorar el tesoro de estas rosquillas que, vendidas en tiendas o en carritos cal

BRESLAVIA

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Un paseo: El viajero advierte al llegar al voivodato de Baja Silesia que allí hubo un pasado próspero, y así es, ya que la vieja Vratislavia huele a riqueza hanseática y a burguesía protestante. El casco viejo es, como de costumbre en el país, una delicia para dejarse llevar.  Un restaurante: Pronto se le despierta el apetito al viajero cuando ha madrugado, y no falta donde comer bien, como en CK Restauracja , bajo cuya terraza en pleno centro de la ciudad uno se resguarda de la posible lluvia estival mientras decide si es temporada de conejos o temporada de patos. Una visita: Los cientos de duendecillos que, como quien caza pokemones, son una actividad para turistas, también agradan al viajero pausado, sobre todo cuando selecciona aquellos cuya curiosidad o rareza hacen sacar una sonrisa. Un recuerdo: Cuando uno se va de Wroclaw, repasa el porqué de muchas cosas, y entonces repara en que las cosas firmes, los edificios elegantes y resistentes se construyen con materiales

POZNAN

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Un paseo: Capital de la Gran Polonia, la antigua Posnania recibe al visitante con el agrado y el sosiego que un viajero necesita. La Stary Rynek cumple con todos los requisitos para ser una plaza inolvidable, llena de un colorido que recuerda un esplendor pasado. Un restaurante: No es difícil dar con un menú adaptado a las necesidades de cualquier viajero, así que en las callejuelas saciaremos el hambre sin problema, incluso con platos no por exóticos menos apetecibles, como en Umami . Una visita: Como un juego con la imagen de la propia ciudad, los murales en 3D de Srodka son un tesoro moderno que vale la pena conocer. Un recuerdo: En ocasiones, los pasos fugaces por ciertas ciudades dejan recuerdos de calado, hasta el punto de no saber uno dónde están los límites de lo real y lo soñado.