ARLES
Un paseo: el viajero, amante del arte, propone un curioso paseo por Arles descubriendo, si aún son reconocibles, lugares que inspiraron a Van Gogh. Se podría empezar con un desayuno en el café de la Place du Forum.

Un restaurante: para quienes quieran seguir un camino convencional, la ciudad tiene restaurantes donde se come muy bien, pero el viajero recomendaría una experiencia vivida hace unos años, cuando se empeñó en comer cuscús -Francia tiene excelentes restaurantes magrebíes- y le preguntó a un señor vestido con chilaba si conocía algún sitio... El viajero caminó un rato, pero aquello fue fantástico. Aunque resultaría imposible decir dónde estaba, se aconseja preguntar.

Una visita: es cierto que los grandes vestigios antiguos atraen mucho más turismo del que sería recomendable, pero el viajero, que es condescendiente con las masas, aconseja un recorrido por la ciudad romana, viendo en particular el Théâtre Antique y el célebre anfiteatro más conocido como Les Arènes. Con festejos taurinos debe de ser algo agobiante este último.
Un recuerdo: existe la teoría de que una vez que nos pican los mosquitos de Camarga, estamos protegidos para una temporada. Y así le ocurrió al viajero, al que se le agotan los anticuerpos y siente que debe volver a esas marismas.

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