BERMEO

Un paseo: la aventura no es la divisa del viajero slow, por eso no debemos asustarnos ante la idea de ir hasta San Juan de Gaztelugatxe a pie. Una pequeña trampa se acepta, como ir en coche hasta un punto cercano que nos evite las cuestas. En el Eneperi Jatetxea se puede desayunar si no se ha hecho antes. Otra opción es comer frente a las rocas.
Un restaurante: una vez al viajero le indicaron un sitio de pescado donde comer cuyo nombre no recuerda pero los locales sabrán cuál es preguntando por el churrero o la churrería. Las lubinas eran tremendas. Si no -que será que sí- también se ha de comer bien en los más renombrados.
  
Una visita: al viajero le contaron curiosas experiencias de una que se fue al malecón y allí pasó momentos de auténtica delicia -son palabras suyas-, y no nos oponemos a recomendarlo, pero de otras delicias saben mucho aquí. Visitar una conservera como Arroyabe sería ideal aunque difícil, pero el muelle ofrece también unas escenas fascinantes.
 
Un recuerdo: hay quienes se llevan un bote con arena del mar; otros llenan un bote con agua de mar. El viajero recomienda llenar los botes con otras cosas que dejan un recuerdo imborrable de esta ciudad.

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