BRUSELAS
Un paseo: existe un barrio con edificios Art nouveau por el que, llueva o no, el viajero tendrá la agradable sensación de que el tiempo no es más importante que el espacio. Si la oferta es demasiado para sus gustos, también pueden hacer un safari fotográfico de los murales dedicados a los personajes del cómic belga. Para decidirlo, lo mejor es una cervecería.
Un restaurante: buena comida, servicio atento y amable, arenques deliciosos,..., en In 't Spinnekopke. Nada mejor para saborear las delicias del mar del Norte. En la foto aparece una botellita de leche para el café: en la etiqueta pone "robada en el restaurante In't Spinnekopke", y el dueño insiste en que no hay problema...
Una visita: en el barrio modernista se encuentra -de hecho es el centro neurálgico- la casa de Víctor Horta, toda una delicia para visitar en silencio y sin prisa, como se visita Bruselas.
Un recuerdo: aunque ya hayamos robado la frasquita de leche, nunca podremos irnos de Bruselas sin llevarnos alguna melodía del "plat pays" en el oído. Se escucha a Brel incluso sin oírlo.
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