CÁCERES

Un paseo: antes de que la gente se despierte, que suele ser tarde, alrededor de la Plaza Mayor hay calles que solo existen a esa hora. Vale la pena desayunar por ahí: café, zumo y bocadillo de jamón extremeño.
Un restaurante: en la misma Plaza hay una variada oferta de cocina tradicional, como el clásico Puchero, pero para paladares más sofisticados y bolsillos menos sacrificados está el Antiguo Atrio, donde la pringá del cocido nos la servirá un camarero con pajarita y delantal.
Una visita: hay quienes se cuelan en un portal y hacen fotos, cosa que sería ya una visita fabulosa, pero proponemos colarnos en el Parador y husmear por donde se nos permita. Una pausa para un café o un vino también es buena idea. Aunque restaurado, ha quedado bien y tiene rincones sugerentes. En realidad la visita es la ciudad entera.
Un recuerdo: aunque nos llevemos el recuerdo en el paladar y en la nariz, también podemos echar en la maleta un manjar muy de la tierra.

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