CADAQUÉS

Un paseo: el viajero slow no viene a Cadaqués por casualidad y, si viene, cumple punto por punto con el protocolo de no correr por nada del mundo, mirarlo todo y dejar el reloj en la mesilla. Es una zona ideal para pequeñas rutas de senderismo, pero tal vez sea mejor una opción más pausada. De mañana y con las fresca el viajero recomienda acercarse a Port Lligat, muy cerca, donde hará ya de paso la visita.
Un restaurante: el número de restaurantes recomendables en relación con el tamaño de la localidad no debe desbordar al viajero. Como en algún momento se ha de volver, lo mejor es visitar media docena y decantarse por cualquiera. Se recomienda uno insuperable, Es Baluard, donde hay un pescado y unos arroces estratósféricos a precios ciudadanos. Si nos ponen junto a la ventana que da al mar... Se acabó.

Una visita: aprovechando, como se dijo, que estábamos en Port Lligat, le echaremos un vistazo a esa incongruente maravilla la Casa-Museu Salvador Dalí, donde ante todo hay que ser concescendiente con el genio y envidiar su modo de vida.
Un recuerdo: si pudiéramos meter en un bote una ráfaga de Tramuntana para despejar la nariz, la mente, el aire, sería lo mejor que podríamos hacer para conciliar el sueño, con ese ruido del viento entre los pinos.

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