GIJÓN
Un paseo: al viajero se le ocurren varios paseos, porque esta ciudad tiene una enorme oferta para el caminante tranquilo. Así que, si la playa de San Lorenzo nos parece demasiado grande, que lo es, también se puede callejear por el centro, especialmente observando las fachadas de los innumerables edificios modernistas Y si el viajero se siente con ganas de ver algo sensacional, debería ir al Cerro de Santa Catalina.
Un restaurante: cuando le contaron al viajero lo que iba a comer en El Restallu, pensó que era broma, así que no le dijo nada a su endocrinólogo por lo de los niveles alterados. Por supuesto que Gijón tiene una oferta gastronómica más amplia en la que entran los clásicos locales de La Tabacalera, que pueden dejarnos sin habla.
Una visita: los amigos del país querrán que se divulgue también el lado cultural y no solo el culinario, así que una vuelta por algún museo local puede tener interés. El viajero recomienda interesarse por el asturiano más afrancesado que se conoce, y visitar su casa. Ya no estará él para explicar ciertas cosas, pero al menos escucharemos testimonios fiables. Si no, La Laboral podría colmar el ansia de algunos, como así lo harían la Ciudadela de Celestino Solar.
Un recuerdo: El clima cambiante, lejos de ser un obstáculo, es un atractivo más de esta ciudad que dejará a todos enganchados. El mercado de abastos tiene ese aroma yodado que tanto entusiasma.
Comentarios
Publicar un comentario