METZ
Un paseo: con ese río y los monumentos que se erigen a sus orillas, Metz tiene unos paseos de lo más tentadores. El Mosela -Moselle- le dará al viajero solitario la calma que buscaba.

Un restaurante: el viajero que no conozca la cocina lorena se pierde varios platos estupendos.Si uno no se quiere perder nada, puede ir al Restaurant des Rochers, pero también se puede preparar un menú más modesto en otros sitios de menor alcurnia.

Una visita: dejando de lado la colección permanente o las ocasionales, el Centre Pompidou de Metz es un edificio interesante que se visita en poco tiempo pero que deja un buen sabor.

Un recuerdo: si el regreso es largo, se recomienda hojear alguna guía sobre los vinos de Mosela. La quiche entraba muy bien con esos caldos blancos a los que el viajero se está acostumbrando.

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