NAZARÉ

Un paseo: con esa playa, cómo no vamos a darnos una de ida y vuelta. Subirse a los acantilados también tiene eso que se parece a la aventura pero que no lo es en realidad. Esta ciudad balnearia tiene una oferta adaptada a sus dimensiones, pero el viajero no debe rechazarla. Luego hablaremos.
 
Un restaurante: siguen contando los dueños del restaurante O Varino que, hace unos años, una cliente se dejó casi la mitad del arroz de polvo, se puso pálida y anuló todas sus citas para el resto del día y seguro que para la mañana siguiente. Esta cliente, viajera, aseguró poco después que, pese a todo, volvería.
 
Una visita: a diferencia de la cliente, que tenía que ir a Lisboa, nosotros nos dejaremos mecer por el aire del mar y, siguiendo un aroma peculiar, nos acercaremos a los pescadores que secan pescado en la playa. El viajero recomienda ser curioso con los locales pero sin parecer remilgado. Son gente muy amable.
 
Un recuerdo: todo el mundo ha recibido o ha regalado collares hechos con materias naturales. Los mercadillos tienen infinidad de productos cuyo origen desconocemos, pero el viajero propone una idea que merece atención. ¿Queremos un collar de Nazaré con denominación de origen garantizada? En casa nos pondremos con las manualidades...

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