NIZA

Un paseo: sería demasiado fácil, aunque es agradable, mandar al viajero a montar en bici por la Promenade des Anglais, así que propondremos una caminata por los laberintos del Vieux Nice, donde ocurre todo lo que nos interesa. Recomendamos que el viajero se pare en los puesto del mercado de Cours Saleya.
Un restaurante: la oferta gastronómica, además de provenzal o francesa tradicional, incluye gran variedad de restaurantes magrebíes, italianos y del oriente mediterráneo, así que nuestro gusto nos llevará fácilmente a algún figón delicioso y no necesariamente caro. Los franceses suelen almorzar en la calle, y no siempre un bocadillo. Niza tiene un recurso para estos momentos, la Pissaladière, una torta de cebolla confitada, anchoas y aceitunas.
Una visita: tan plácidamente nos habremos quedado, que nos apetecerá regalarnos un momento de arte en el Museo Matisse. Se recomienda ir en algún medio de transporte, porque hay que subirse a Cimiez, aunque si tenemos tiempo podemos ir i volver a pie.
Un recuerdo: mucho no valoran las playas de Niza por sus guijarros, pero el viajero sabe el valor que tienen esas piedras, algunas con formas sugerentes.

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