OBIDOS

Un paseo: muchos, tras visitar esta ciudad, se preguntan si no es la ciudad más bonita de todo el país. El viajero no se atreve a decir tanto, pero no le quita la razón a quien lo piensa. Lo que sí hace es proponer un paseo por unas calles que, con esos colores, son de otro mundo.
Un restaurante: si se confiesa fanático de los Paradores, lo será también de las Pousadas, así que el viajero no podrá ignorar un menú de calidad. En una escala más modesta, en el precio, no en la calidad, se aconseja el restaurante Alcaide, con comida tradicional. Si nos conformamos con más manjar que mantel, entonces no hay duda: Queijo da Serra.
 
Una visita: no hay ciudad amurallada que no tenga a casi todos sus visitante encima. El viajero probó la experiencia y, si no fuera por las vistas, habría dicho que tanto esfuerzo era un riesgo cardiovascular. Aunque el casco intramuros es más del agrado del viajero, esas piedras fortificadas tienen su encanto.
Un recuerdo: lo que más ha perdurado en la memoria de los viajeros es la calma que se respiraba. La calma no tiene imagen decorosa, así que tendremos que cerra los ojos y tratar de imaginárnosla. seguro que se parece a esto.

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