SAN SEBASTIÁN
Un paseo: cuenta uno que una vez nevó en la playa y que la Concha parecía una imagen de la sonda Mars Path Finder. Con los pies en el suelo -sobre la arena-, el viajero prefiere ver esa bahía como acostumbra a mostrarse. La duda está en si caminar por la orilla o ver el mar desde arriba. Con esta duda conviven los easonenses desde siempre.
Un restaurante: este epígrafe no tiene sentido en Donosti, así que el viajero entre en lo primero que huela a fogones y acertará seguro, como se acertó en su día en la bodega El Lagar. Tampoco nos fue mal hace ya en el Casco Viejo, de donde el que suscribe recomendará los pintxos de La Cuchara de San Telmo.
Una visita: a trotecito lento el viajero se irá saliendo del Casco Viejo para acercarse al Kursaal, que en días de tormenta adquiere un todo mágico. Si hay exposición, pues se ve, y si no, pues se fisgonea por dentro del edificio hasta que pare la lluvia.
Un recuerdo: los viajeros con pelo de castor no la necesitarán, pero el resto, y sobre todo los calvos, nunca más podrán salir a la calle sin txapela.
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