TOLEDO
Un paseo: De mañanita, aunque cuesta arriba, nos vendrá bien una caminata cruzando el Tajo para, desde el mirador, tener la mejor vista de Toledo. Es que Toledo no deja ver Toledo, y hay que alejarse.
Un restaurante: A veces se tiene la sensación de que en Toledo los restaurantes son más bonitos que buenos, porque el entorno favorece, pero en el caso de La Abadía el viajero sale satisfecho por dentro y por fuera. A esa sensación contribuyen las perdices.
Una visita: Hay gente que la visita por el fresquito, pero un viajero sensato y respetuoso entra, mira, admira y se siente agraciado por haber podido verla. Sin duda la sinagoga de Santa María la Blanca es lo mejor de Toledo.
Un recuerdo: El viajero se pregunta cómo harán los turistas, sobre todo los que vienen de más lejos, para facturar una armadura o una espada. Incluso peor: no se acierta a comprender con qué cara le dice uno a su esposa que va a redecorar el salón. Los que no tengan ganas de problemas pueden llevarse unos mazapanes.
Comentarios
Publicar un comentario