VENECIA

Un paseo: esta ciudad tiene la desventaja de ser un destino con la mayor densidad de gente por metro cuadrado -en algunos casos cúbicos-, así que el viajero propone un extraño paseo por las callejuelas en las que no hay turistas. Es posible, incluso recomendable dejar los ejes principales para acabar en callejuelas con gente que vive allí.
 
Un restaurante: el miedo con el que los turistas entran en los restaurantes venecianos a veces está justificado, pero no siempre, es cuestión de leer las cartas y, cuando ponga "frittura di verdure" saber que no puede ser más que eso. El viajero una vez se sentó en la terraza de L'Incontro, en Campo Santa Margherita, y una señora con delantal le sirvió un menú sardo fabuloso. Tanbién podemos ir a lo seguro, como el Oniga, pero nos saldrá más caro.
 
Una visita: toda la ciudad es una visita, pero el viajero propone un acercamiento al mundo veneciano a través de los artesanos locales. Los talleres y las tiendas de máscaras nos pueden sorprender.
 
Un recuerdo: si bien la siesta no es de latitudes tan septentrionales, a esas horas en que no apetece salir a la calle el viajero debería escuchar con atención por si acaso por alguna ventana  se escaparan las notas de una mazurca de Chopin. Qué mejor recuerdo que ese.

Comentarios