ZARAGOZA

Un paseo: Esta ciudad, de la que se dice que tiene las cuatro sílabas tónicas, tiene a gala, como su nombre, ser llana, y por lo tanto accesible en bicicleta, porque a pie ya hace tiempo que no, desde que dejó de ser una ciudad mediana para ser una grande, y vaya que sí. Si uno aprovecha una mañana apacible, un paseo por lo que fue la Expo puede resultarle grato. Esperemos que se habiliten, como quieren en Legado Expo, los edificios más significativos, como el puente y la torre del agua con su imponente Splash.

Un restaurante: El viajero nunca pasa hambre allá donde va, eso sí, le ocurre que come más de la cuenta, incluso siendo verduras. En Casa Lac le ocurrió lo segundo, con unas verduras deliciosas en un restaurante con decorado clásico y con unos menús de degustación espectaculares. Sabiendo eso, en Los Victorinos y en Casa Pascualillo, sin perder calidad, una puede parar a tiempo.

Una visita: No cabe duda de que la tradición popular ha acaparado la imagen de Zaragoza en torno a las figuras religiosas, pero el viajero no es de dejarse convencer por esa vía iluminativa, de modo que se sugiere aprovechar el tiempo en el Mercado Central o en La Aljafería, teniendo en cuenta que, si hay niños, es mejor no compartir el espacio de las salas.

Un recuerdo: Al acabar su estancia, el viajero se llevó a casa un espantoso resfriado, pero ni el Cierzo ni esta ciudad se merecen tal recuerdo, así que se sugiere una alternativa para recordar que el clima es variable y hay que protegerse del viento.

Comentarios

  1. Me ha gustado tu paseo por Zaragoza....maldito Cierzo..

    un abrazo

    fus

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    Respuestas
    1. Vaya que sí, porque me tuvo en cama y bien postrado. Pero valió la pena.
      Gracias por pasar
      Un saludo
      JM

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