GALWAY

Un paseo: Esta apacible ciudad portuaria y costera se transforma en verano, sobre todo cuando llegan las carreras y el Ladies Day, una especie de carnaval vestimentario y etílico. Cuando las calles están despejadas, el viajero tiene una caminata placentera por el centro, aunque también puede recorrer el paseo marítimo bien provisto de su impermeable y sus gafas de sol por si tiene un cambio de estación cada dos horas.

Un restaurante: Con una oferta muy amplia, como corresponde a las ciudades balnearias, Galway City tiene la virtud de satisfacer el apetito de todos, ya sea goloso como en el Sheridans Cheesemongers, con sus vinos, quesos y charcutería, curioso, como en el hispano-irlandés Cava Bodega, con sus pinchos de autor, o tradicional como en The Dáil, donde la Chawder es un cuenco de salud para el viajero. Además, estos dos últimos tienen WiFi...

Una visita: Algunos se atreven a entrar en el Museo del Claddagh, una joya algo sobrevalorada, pero el viajero prefirió acercarse a la muralla, al Spanish Arch, y continuar viendo la procelosa corriente de agua que se vierte en el océano bajo puentes y puentes.

Un recuerdo: Francamente, el viajero no puede sino recordar los trajes de gala de las gentes de aquí y su aparente naturalidad en el exceso de color y en la combinación de prendas. No ocurre todos los días, pero si uno coincide con las carreras en julio, dará por bueno el suplemento en los precios de alojamientos si a cambio puede ver un paisanaje como el de Galway.

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