TUDELA

Un paseo: Uno de fuera diría que, a poco que caminara uno, se saldría de la ciudad (de la vieja, claro), y tal vez sea así, pero no por eso nos vamos a privar de una caminata hasta el río, que ese sí que es grande. Si no, se sube uno hasta el mirador.


Un restaurante: El viajero de buen apetito encontrará el modo de saciarse a poco que elija bien. Tanto el Topero como el Treintaitrés tienen una carta, especialmente de verduras, con la que dejar satisfecho al más exigente. Los menús de degustación son la opción para los no iniciados.

Una visita: Los monumentos del casco antiguo, sus calles y sus rincones tienen eso que, en pequeñas dosis, pueden agradar al viajero, pero, como ocurre en ocasiones, un desvío fortuito nos lleva a un lugar con eso que, por inesperado, nos seduce. En este caso, el edificio de la Uned se lo merece.

Un recuerdo: Si no se nos graba en la memoria esto, entonces o no hemos pasado por Tudela o no tenemos buen gusto ni paladar. Sin palabras...

Comentarios

  1. Hay muchos lugares para conocer, veo que Tudela lo merece.
    Gracias por compartir.
    Un fuerte abrazo.
    HD

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