AMIENS

Un paseo: Acogedora ciudad esta capital de Picardía (desde hace poco rebautizada Hauts de France, que dará mucho juego para hacer chistes como "Eaux de France"). Si además el tiempo es clemente, entonces el paseante podrá recorrer los senderos del Parc Saint-Pierre o las callejuelas del barrio de Saint-Leud, remansos de paz en una apacible ciudad.
Un restaurante: El centro histórico tiene todo a mano, de modo que no será difícil encontrar una buena mesa local para saborear la ficelle picarde ("hautefrançaise"). El viajero tuvo la suerte de encontrar Les Épicuriens, un pequeño restaurante con gran gusto. El tartar de vieira se llevó la palma.
Una visita: Seguro que la catedral acapara al grueso de los visitantes, y es normal: su fachada, su altura, sus torres, el laberinto... pero el viajero, inquieto como es, prefirió acercarse a dos puntos más que interesantes: el sitio arqueológico de Saint-Acheul, joya del periodo achelense, y la casa de Jules Verne, fabuloso rincón donde conocer al gran novelista.
Un recuerdo: Una vez más obligado a ir con poco equipaje (lo que es en sí un arte y un compromiso, pero también una imposición de las compañías de bajo coste), el viajero ha de optar por llevarse el gran recuerdo de una ciudad formidable o cargar con una cajita de esos pequeños pastelitos locales, los "macarons d'Amiens". Las dos cosas volvieron a casa.


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