CASABLANCA

Un paseo: En constante crecimiento, la capital económica de Marruecos ofrece desde su entrada varias imágenes, tanto de ciudad moderna y descomunal como de apacible urbe costera. Pues por ahí deberíamos empezar nuestro paseo, frente al océano, dejándose peinar por el viento.
Un restaurante: Al igual que el carácter cosmopolita de sus calles, así es su oferta culinaria. El viajero no tuvo más opción que cenar en el restaurante del hotel Gray, y no se arrepintió.
Una visita: Quienes se adentren en las calles de Casablanca buscando los pasos de Bogart quedrán decepcionados porque no existe el mítico bar de la película, por eso, aunque su grandiosa presencia sea también cinematográfica, el viajero sugiere pasar a ver la Gran Mezquita de Hassan II, ya que, y es infrecuente, se permite el paso a los no creyentes.
Un recuerdo: El exotismo del país, más atenuado en la gran ciudad, es suficiente recuerdo para el cándido viajero, pero quienes tengan que tomar un avión de vuelta sabrán que "si no lo toman, tarde o temprano lo lamentarán..." You must remember this! Pequeños detalles bastan para recordar que debemos volver.



Comentarios