BRESLAVIA

Un paseo: El viajero advierte al llegar al voivodato de Baja Silesia que allí hubo un pasado próspero, y así es, ya que la vieja Vratislavia huele a riqueza hanseática y a burguesía protestante. El casco viejo es, como de costumbre en el país, una delicia para dejarse llevar. 
Un restaurante: Pronto se le despierta el apetito al viajero cuando ha madrugado, y no falta donde comer bien, como en CK Restauracja, bajo cuya terraza en pleno centro de la ciudad uno se resguarda de la posible lluvia estival mientras decide si es temporada de conejos o temporada de patos.
Una visita: Los cientos de duendecillos que, como quien caza pokemones, son una actividad para turistas, también agradan al viajero pausado, sobre todo cuando selecciona aquellos cuya curiosidad o rareza hacen sacar una sonrisa.
Un recuerdo: Cuando uno se va de Wroclaw, repasa el porqué de muchas cosas, y entonces repara en que las cosas firmes, los edificios elegantes y resistentes se construyen con materiales sólidos.

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