GDANSK

Un paseo: Un paseo por las plácidas calles de la capital de Pomerania está lleno de sutiles evocaciones hanseáticas y olores de mar. Con un centro histórico envidiable, la portuaria ciudad satisface a turistas y a viajeros con edificios rotundos y sonidos bien afinados.
Un restaurante: De la mar, el mero, se dijo el viajero, pero no lo encontró, aunque sí otros pececillos muy bien tratados, pero antes se regaló las papilas con esta sorpresa, la sopa Zurek, un manjar en el que se come hasta la vajilla. En Tawerna la sirven de rechupete. Indispensable.
Una visita: Es cierto que hay infinidad de actividades como subidas a torres o aventura en el mercado, pero estando en la cuna de la histórica lucha sindical, lo obligado es acercarse al museo de los astilleros, Centro Europeo de Solidaridad, para empaparse de esa época que parece ya tan lejana.
Un recuerdo: El clima oceánico de la región y el lento drenaje de sus lluviosas calles dejarán en el viajero el poderoso recuerdo de esos charcos, a medio camino entre la poesía inmaterial y el engorro cotidiano.

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