ALMERÍA

Un paseo: El viajero encontrará en Almería motivos para quedarse, o al menos para querer volver, y eso que muy grande no es, pero tiene de todo para una caminata desde el centro a La Alcazaba, desde donde se domina la ciudad y se entiende su historia.

Una visita: Si uno es de madrugar, se recomienda salir con la fresca y acercarse al mercado, donde se ve y se respira el tesoro de la región. Que el mar de plástico no nos confunda: las hortalizas de aquí son regalos para el paladar.

Un restaurante: Pronto se comprenderá por qué todo el mundo sale a cenar en Almería, que tiene pescado delicioso y otros manjares de interior. La fórmula de la tapa de cortesía sorprende al visitante, que pronto la adopta como modelo, tanto por su calidad como por su precio, y el viajero, que probó muchas, se quedó con los caracoles de Nuestra Tierra.

Un recuerdo: Una terraza, temperatura suave, té moruno, silencio frete a las murallas. Eso es Al-Ándalus.



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