OURENSE

Un paseo: Ciudades menudas como la termal Orense podemos recorrerlas en poco tiempo y darnos cuenta de que esto o aquello ya lo hemos visto antes, pero qué importa, de las Burgas a las callejuelas del centro, o del puente al mirador, nunca nos cansaremos de descubrir esos detalles modestos que tanto busca un viajero de verdad. Y al atardecer es aún mejor.

Una visita: Destaca por su altura y su emplazamiento, pero en el interior de la catedral orensana hay un tesoro oculto que nadie debería dejar de ver y que no es otro que el pórtico policromado, llamado del Paraíso. Inigualable.

Un restaurante: No es difícil en Galicia comer bien, barato y abundante, por eso la elección del sitio tendrá más que ver con la atmósfera que con la carta, y así, junto a Casa O Trebón, nos decantamos por otra taberna no menos singular, Fuentefría, con todo lo mejor de por ahí.

Un recuerdo: Al regresar a casa, el viajero que deja atrás Orense se llevará en la cabeza el olor de las cosas sencillas.



Comentarios